El Yihad Mayor y Menor
¿Qué es el yihad?
Proviniendo de la raíz y-h-d, yihad significa utilizar toda la fuerza que se tiene, ir hacia un objetivo con todo nuestro poder y nuestras fuerzas y resistir ante las dificultades. Esta última definición del yihad es la que está más cerca de su significado religioso.
El yihad adquirió un carácter especial con la llegada del Islam: el esfuerzo en el camino de Dios. Este es el significado más frecuente en nuestros días. El yihad tiene lugar en dos frentes: el interno y el externo. La lucha interna (el yihad mayor) es el esfuerzo por llegar a la esencia propia, personal; la lucha externa (el yihad menor) es el proceso con el que facilitar que otra persona llegue a su esencia. El primero está basado en superar los obstáculos entre la esencia y uno mismo, y lograr que el alma llegue al conocimiento y, en último caso, al conocimiento divino, al amor divino y a la bienaventuranza espiritual. El segundo está basado en apartar los obstáculos entre las personas y la fe para que aquellas puedan elegir libremente entre la creencia o la incredulidad. En cierto modo, el yihad es el propósito de nuestra creación y nuestro deber más importante. Si lo opuesto fuese verdad, Dios habría enviado Profetas con ese otro deber.
Hay una diferencia abismal entre los que participan en el yihad de forma incesante y aquellos que se quedan atrás sin una excusa válida:
No son iguales los creyentes que permanecen pasivos sin causa justificada y aquellos que se esfuerzan en pos de la causa de Dios con sus riquezas y sus personas. Dios ha ensalzado en rango a aquellos que luchan con sus riquezas y sus personas sobre aquellos que se quedan pasivos. A ambos, Dios ha prometido la mejor recompensa, aunque Dios ha ensalzado a los que se esfuerzan por encima de los que permanecen pasivos con una tremenda recompensa. (An-Nisa, 4: 95)
El Profeta dice:
Estar un día de guardia para proteger la frontera en nombre de Dios es superior a este mundo y todo lo que contiene. El pequeño lugar que tu látigo (utilizado en nombre de Dios) ocupa en el Cielo es superior a este mundo y todo lo que contiene. La marcha que se hace por la mañana o por la tarde en nombre de Dios es superior a este mundo y todo lo que contiene.[1]
Tipos de yihad
El yihad menor no se reduce a los campos de batalla puesto que ello estrecharía su horizonte de forma considerable. En realidad, el yihad menor tiene una aplicación y un significado tan amplios que incluye una palabra o un silencio, una sonrisa o fruncir el ceño, salir o entrar a una reunión –en resumen, todo lo que se hace en nombre de Dios− y disciplinar el amor y la ira buscando Su aprobación. Basados en esto, los esfuerzos que se hacen para reformar la sociedad y a los individuos son parte del yihad, lo mismo que los esfuerzos que se hacen con la familia, los parientes, los vecinos y la región.
En cierto sentido, el yihad menor es material. El yihad mayor es, por el contrario, una lucha en el frente espiritual puesto que se trata de nuestra pugna con el mundo interior y el alma corpórea (nafs). Cuando estos dos yihad se llevan a cabo de forma exitosa se establece el equilibrio deseado. Si falta uno, el equilibrio se destruye. Los creyentes encuentran paz y vitalidad en este yihad equilibrado. Saben que morirán cuando termine su yihad. Los creyentes, como los árboles, solo sobreviven mientras están dando fruto. El hecho es que cuando un árbol deja de dar fruto, se seca y muere. Fijaos en los pesimistas y veréis que ya no luchan ni hablan de la Verdad a los demás. Cuando esto ocurre, Dios cesa de darles Sus bendiciones y sus interiores quedan fríos y oscuros. Pero los que siguen comprometidos con el yihad están siempre rodeados de amor y de entusiasmo. Sus mundos interiores son brillantes, sus sentimientos son puros y están en el camino de la prosperidad. Cada esfuerzo estimula el deseo de otro nuevo formándose con ello un círculo de rectitud. Y como la buena acción se convierte en un medio para llevar a cabo otra nueva acción, esta gente nada en un mar de buenas acciones. Nuestros corazones han sido informados de esta verdad:
Aquellos que se esfuerzan por Nuestra causa, los guiaremos sin duda a Nuestros caminos. No cabe duda de que Dios se halla con aquellos que se dedican a hacer el bien, conscientes de que Dios les está contemplando. (Al-‘Ankabut, 29: 69)
Hay tantos caminos hacia Dios como seres creados. Dios lleva a la salvación a aquellos que se esfuerzan en Su causa por uno o más de estos caminos. Les abre los caminos que conducen al bien y les protege de los que llevan al mal. Todo el que encuentra Su camino, el Camino Recto, encuentra el camino de en medio. Y lo mismo que esta gente sigue el camino de en medio en lo que se refiere a la ira, la inteligencia y la lujuria, también sigue el camino de en medio en lo que respecta al yihad y a la adoración. Esto significa que Dios ha conducido a la humanidad al camino de la salvación.
El yihad menor es cumplir las órdenes y los deberes del Islam; el yihad mayor es declarar la guerra a los pensamientos y emociones destructivas y negativas de nuestro ego (por ejemplo, la malicia, el odio, la envidia, el egoísmo, el orgullo, la arrogancia y la ostentación) que nos impiden lograr la perfección. Y como este yihad es muy difícil y agotador se le denomina yihad mayor.
En la Era de la Felicidad, la gente luchaba como leones en el campo de batalla y cuando caía la noche, se entregaba por completo a Dios con la adoración y el dhikr (invocación y recuerdo de Dios). Estos valientes luchadores pasaban sus vidas en un rincón, en adoración y soledad. Esto lo aprendían de su guía, el Profeta, un hombre de corazón que era el primero en el yihad material y espiritual. Instaba a sus seguidores a que pidieran el perdón de Dios y siempre era el primero en hacerlo.
Los que triunfaban en el yihad mayor también lo hacían en el yihad menor; los que fracasaban en el yihad mayor también eran derrotados en el yihad menor. Por mucho que obtuvieran un cierto éxito jamás lograban el resultado completo.
‘A’isha relató:
Una noche, el Mensajero de Dios me dijo: «‘A’isha, ¿puedo pasar esta noche con mi Señor?» (Era tan cortés que incluso pedía este tipo de permiso. La nobleza y el refinamiento eran aspectos importantes de su profundidad). Yo contesté: «Oh Mensajero de Dios, me gustaría estar contigo, pero quiero aún más lo que a ti te complace». El Profeta hizo las abluciones y empezó a rezar. Recitó: «Es cierto que en la creación de los Cielos y de la Tierra y en la alternancia de la noche y el día se dan signos para la gente de discernimiento» (Al-‘Imran, 3: 190). Recitó este versículo y estuvo derramando lágrimas hasta que llegó la mañana. (Ibn Kazir, Tafsir).
En algunas ocasiones, y para no despertar a su esposa, el Profeta se levantaba para rezar sin decírselo a ella. De nuevo es ‘A’isha quien relata:
Cuando desperté una noche no pude encontrar al Mensajero de Dios… Cuando empecé a levantarme en la oscuridad, mi mano tocó su pié. Estaba postrado en la alfombrilla de rezar y recitando algo. Me puse a escuchar su súplica. Decía: “Dios mío, Verdaderamente busco refugio en Tu complacencia, de Tu ira, en Tu benevolencia de Tu castigo, y busco refugio en Ti de Ti. Reconozco que soy incapaz de alabarte como Tú te has alabado a Ti Mismo.[2]
Esta anécdota pone de manifiesto la profundidad interna y la importancia que el yihad mayor tenía para el Profeta. En otro hadiz el Profeta mencionó estos dos tipos de yihad:
Hay dos clases de ojos que jamás verán el fuego del Infierno: los de los soldados que hacen guardia en los frentes y en los campos de batalla y los ojos de aquellos que lloran por temor a Dios.[3]
El yihad de los que interrumpen el sueño para hacer guardia en los momentos más peligrosos es un yihad material. Sus ojos no sufrirán el fuego del Infierno. Los que hacen el yihad mayor y espiritual y lloran por temor a Dios, tampoco verán las torturas del Infierno. En vez de repetir lo que han hecho los demás, la gente debería tener buenas intenciones e implantar en sus mentes y en sus corazones la conciencia de ser sinceros.
El yihad es un equilibrio entre la conquista exterior e interior. Alcanzar la perfección espiritual y ayudar a los demás para que también lo hagan tiene una importancia inconmensurable. Conseguir la perfección interior es el yihad mayor; ayudar a que la consigan los demás es el yihad menor. Cuando se separan el uno del otro, el yihad ha dejado de ser yihad. La indolencia es hija de uno y la anarquía lo es del otro. Así pues, el espíritu de Muhammad es la única vía para establecerlo. Y como siempre ocurre, esto sólo es posible si se sigue y obedece al Mensajero de Dios.
¡Cuán felices son aquellos que quieren la salvación de los demás lo mismo que ansían la suya propia! ¡Y qué felices son los que se acuerdan de salvarse a sí mismos mientras salvan a los demás!
[1] Bujari, «Yihad», 142; Tirmizi, «Fada’il al-Yihad», 25.
[2] Muslim, «Salat», 22; Hayzami, Mayma’ al-Zawa’id, 10:124; Tirmizi, «Da’wat», 81.
[3] Tirmizi, «Fada’il al-Yihad», 12.
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