Sobre la Era de la Información y el Choque de Civilizaciones

Tal y como ha ocurrido en el pasado, hoy en día también se hacen conjeturas sobre el futuro. Una de ellas es la afirmación que define el futuro como la era de la información. La gente que habla del futuro de esta manera es fundamentalmente futurista. Y hay muchos que toman como oráculos del segundo milenio a los que hacen este tipo de conjeturas. Y sin embargo, en vez de ser evaluaciones objetivas, algunas de las declaraciones que se hacen sobre el futuro en términos de ciclos históricos son esfuerzos para desarrollar ideas conectadas con deseos particulares, y no tienen más valor que cualquier otra predicción. Dicho con otras palabras, pienso que el resultado de estas pretensiones es que la gente crea expectativas, de la misma manera que espera una respuesta a una oración determinada. Y así es como, al tiempo que decimos que estas expectativas producidas por este tipo de declaraciones que afirman que «el futuro va a ser de esta manera» hacen surgir esfuerzos en esa dirección, estas expectativas llegarán a convertirse en metas y objetivos. Una vez identificados estos objetivos, se producirán estrategias y políticas con las que alcanzarlos, además de todo tipo de esfuerzos para ejecutarlos. Yo creo que esto es el quid de la cuestión.

Paralelamente a todo esto se ha estado dando una prolongación de la misión profética del Mensajero de Dios que llega hasta nuestros días y pasa por una línea de representantes, individuos como Muhyiddin ibn al-’Arabi[1], Imam al-Ghazali, Imam Rabbani, Mawlana Jalid y Bediüzzaman Said Nursi. Por nuestra parte esperamos que el cometido de esta afortunada línea de transmisión sirva para preparar los cimientos del renacimiento del espíritu profético en los años venideros y, en lo que a ello respecta, esperamos que este espíritu vuelva a vivir de nuevo. No cabe duda de que el Profeta ya no estará, pero el Islam, según el entendimiento puro de los Compañeros, sí que está dispuesto a dar la bienvenida a la vida una vez más.

Pero dejando esto a un lado, y como vivimos en un mundo donde actúan la causalidad y otro tipo de leyes, si actuamos sin tener en consideración estas leyes estaremos en peligro de caer en el determinismo. No obstante, cuando los musulmanes utilizan su voluntad son capaces de tener en cuenta las causas de manera tan cautelosa que, los que miran desde fuera, pensarían que están actuando conforme a las leyes de la causalidad. Por otra parte, y en lo que respecta a los resultados que producen las acciones, los musulmanes deberían estar tan sometidos y confiados en la voluntad de Dios que, los que les mirasen desde fuera, pensasen que han rechazado las causas por completo. El actuar de esta manera demuestra que, por un lado, las causas tienen gran importancia y que todo lo que haga la humanidad debe planearse teniéndolas en consideración para poder actuar en consecuencia. Por otro lado, y al mismo tiempo que se hacen lo que acabamos de decir y llevados por su temor a caer en el error de atribuir asociados a Dios Todopoderoso, los musulmanes deben saber también que no son ellos los que tienen éxito, sino que éste procede directamente de Dios.

Una vez elucidada la cuestión de esta manera, pasemos a resumir nuestras ideas sobre el futuro. En el futuro todo girará en la órbita del conocimiento, y los horizontes que han sido ensombrecidos durante todo un período por culpa de nuestros descuidos, se verán de nuevo iluminados.

Hemos olvidado en gran medida el conocimiento científico de los siglos cuarto y quinto de la Hégira que está basado en el Corán; y también hemos dado la espalda a la dinámica tan importante que nos ha mantenido en pie. Siempre me ha entristecido que las madrazas abandonaran el sufismo, eso que puede llamarse la vida espiritual del Islam. Más adelante, la pérdida de interés en las ciencias experimentales y la expulsión de las mismas de las madrazas, contribuyó a que nos quedásemos atrás con respecto a los países científicamente más avanzados. La dejadez que hemos mostrado en el pasado tiene que ser enmendada; para conseguirlo, nuestros mañanas tienen que estar construidos sobre la base del conocimiento; será entonces cuando podremos ver que todo obtiene su fuerza y su poder a partir del conocimiento.

El conocimiento va a ocupar un lugar muy importante en un mundo cada vez más pequeño, en una época en la que el tiempo y el espacio se están encogiendo. Lo más importante es saber si estaremos preparados para ese tipo de mundo.

En nuestros días hay muchos científicos diseminados por el mundo, en muchos países diferentes; pero, en mi modesta opinión y por mucho que trabajen en equipo, no son suficientes para establecer un mundo nuevo y feliz. Esta es la razón de que sea necesaria una nueva forma de pensar, una nueva estrategia con respecto a las ciencias, una nueva filosofía de la vida y unas instituciones educativas también nuevas. Las nuevas generaciones deben ser reclutadas a lo largo de todos los períodos de la vida, desde la guardería hasta el instituto y hasta la universidad. Como en el futuro el poder se obtendrá a partir del conocimiento, esta es la clase de esfuerzo con la que se podrá preparar el conocimiento del futuro.

Las aseveraciones de Huntington

Con respecto a las aseveraciones de Huntington sobre el «choque de civilizaciones», yo pienso que, en vez de ser valoraciones realistas del futuro, lo que hacen es establecer nuevos objetivos en un intento de influenciar a la opinión pública dentro del marco de estos objetivos. Hasta que se produjo la desintegración del Bloque Soviético, lo que existía era la noción de un choque entre Oriente y Occidente o entre los países de la OTAN y los del Pacto de Varsovia. Esta vez, mediante la creación de nuevos frentes enemigos, se diseña un choque entre civilizaciones que está basado en diferencias culturales y religiosas, al tiempo que se preparan los cimientos para que continúe la hegemonía de los bloques de poder.

En la actualidad, al menos hasta hora, el conflicto es algo que quieren unos centros de poder determinados. Se ha puesto a las masas en estado de alarma ante un enemigo conjurado y temido con frecuencia; pero este enemigo es más imaginario que real. Esta es la manera en la que las masas han sido preparadas para cualquier tipo de guerra.

La verdad es que no hay religión divina que haya sido basada en el conflicto, ya sea la representada por Moisés y Jesús o la representada por Muhammad, que la paz sea con todos ellos. Más bien al contrario; estas religiones, y en especial el Islam, están definitivamente en contra del desorden, la traición, el conflicto y la opresión. Islam significa paz, seguridad y bienestar. Así pues, en una religión que está basada en la paz, la seguridad y la armonía mundial, la guerra y el conflicto son aspectos negativos. Hay casos excepcionales en los que existe el derecho a la defensa propia, lo mismo que cuando el cuerpo intenta desembarazarse de los gérmenes que lo han atacado, pero esto solo se puede hacer siguiendo ciertos principios. El Islam siempre ha inspirado paz y bondad. El Islam contempla la guerra como un acontecimiento de segundo orden. Se han establecido normas para limitarla y equilibrarla. El Islam se basa en la justicia y la paz mundial:

Y que el odio que sintáis hacia unos (o el odio que ellos sientan por vosotros) no os lleve a (cometer el pecado de) desviaros de la justicia. (Al-Ma’idah, 5: 8)

El Islam ha desarrollado una línea de defensa basada en ciertos principios con los que proteger la libertad de creencia, la vida, la propiedad, la familia y las opiniones; lo mismo que el sistema legal moderno. El cristianismo, como religión del amor abstracto, condenó la guerra de forma categórica desde el principio, pero no estableció normas con respecto a esta realidad humana e histórica. Y no pudo impedir guerras como las Dos Guerras Mundiales, la Guerra de los Cien Años o los acontecimientos de Nagasaki e Hiroshima. Las opiniones sobre el futuro de Huntington y de otros como él, están basadas desgraciadamente en el conflicto y reflejan planes para perpetuar el dominio haciendo uso de dichos conflictos.

Con las bendiciones y la benevolencia de Dios haremos todo lo que esté en nuestra mano para que continúe esta brisa de diálogo y tolerancia; es una brisa que ha comenzado a soplar hace poco tiempo y parece mostrar la tendencia a extenderse por el mundo entero. Si Dios quiere, demostraremos la falsedad de las predicciones de este tipo de académicos. Nosotros creemos que estas brisas mencionadas son lo suficientemente poderosas como para doblegar las armas letales y subyugar las unidades militares mecanizadas y la mayor parte de la negatividad que pueda surgir. El hecho de que todos los segmentos de la sociedad estén proclamando e implementando este nuevo mensaje –cuyas raíces están asentadas en el pasado, en el mensaje de los Profetas− es un favor divino para los entusiastas del amor de nuestros días. En este contexto, declaramos que la tolerancia y el diálogo deberían estar representados en nuestro país de la mejor manera posible, además de ser un ejemplo para el mundo entero. Este ejemplo animará a la gente a reunirse, a unirse en torno a los mismos valores humanos fundamentales y, si Dios quiere, el género humano podrá vivir otra nueva primavera antes de atestiguar el fin del mundo.

[1] Muhyiddin ibn al-’Arabi (1165-1240): Un sufí de gran prestigio que escribió al-Futuhat al-Makkiyah [«Las Revelaciones de La Meca»], doce volúmenes sobre las creencias y las doctrinas sufíes a los que se considera un compendio de las ciencias esotéricas del Islam.
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