Sus oraciones y súplicas

El Mensajero siempre rezaba a Dios antes de emprender acción alguna. Los libros de Tradiciones (hadiz) no han registrado ningún caso en el que no rezase. Tal y como hemos mencionado, la oración es un misterio de la servidumbre a Dios, y el Mensajero es el primero en servidumbre. Esto queda patente en cada repetición de la declaración de fe: «Atestiguo que no hay más deidad que Dios; y atestiguo que Muhammad es Su siervo y Mensajero». Nótese que es llamado siervo antes que Mensajero. Cualquier cosa que quisiera hacer, se lo remitía a Dios a través de la oración.

Dios es nuestro Creador y el Creador de nuestras acciones. Aunque tenemos que tomar las precauciones necesarias y seguir los precedentes a fin de lograr objetivos en este mundo material, donde la causa y el efecto juegan un papel especial, no debemos olvidar nunca que todo depende en última instancia de Dios para existir. Por lo tanto debemos combinar la acción y la oración. Esto también lo exige nuestra creencia en la Unidad de Dios.

El conocimiento de Dios que tenía el Mensajero nunca podrá ser igualado. Como resultado de ello, era el que más Le amaba y, paradójicamente, el que más Le temía. Era perfectamente consciente de que todo depende de Dios para su existencia y subsistencia. Todo aquello que la Voluntad Divina dispone, ocurrirá: Cuando quiere que algo sea, Su orden no es sino decirle «¡Sé!» y (en ese mismísimo instante) es (36:82). Las cosas existen y el Universo opera según las leyes establecidas por Dios y según el cumplimiento de sus condiciones previas. Totalmente consciente de ello, el Mensajero hacía lo que tenía que hacer y luego, combinando la acción con la oración, confiaba el resultado a Dios con total confianza.

Sus súplicas nos han sido transmitidas. Cuando las leemos, vemos que poseen un significado profundo y que coinciden con las circunstancias del momento. Reflejan una profunda creencia, una profunda sinceridad, una sumisión absoluta y una completa confianza. Veamos algunos ejemplos a continuación:

  • Cuando te vayas a acostar, lleva a cabo wudu tal y como lo haces antes de las oraciones diarias y reza:

    ¡Oh Dios! Anhelando (Tu Misericordia) y temiendo (Tu ira), me someto a Ti, Te remito mis asuntos y busco refugio en Ti. No hay refugio de Ti y manera de estar a salvo de Tu ira excepto en Ti. Creo en el Libro que hiciste descender y en el Profeta que enviaste.[415]
  • Sin pecados, el alma es como un espejo pulido o un trozo de tela blanca. Los pecados manchan el alma, y sólo pueden ser eliminados con el arrepentimiento e implorando Su perdón. El Profeta solía suplicar lo siguiente a pesar de carecer de pecados: «¡Oh Dios! Pon entre mí y los errores una distancia tan grande como la que has puesto entre el Este y el Oeste. ¡Oh Dios! Purifícame de mis faltas tal y como se limpia de suciedad una prenda blanca».[416] Todo un volumen podría ser escrito sobre las significativas palabras y las comparaciones aquí usadas.

Además de estas súplicas para casos específicos, el Profeta nos dejó amplias súplicas de distintas extensiones. Aquí presentamos algunas:

  • Dios, Te pido todo lo bueno, lo inmediato y lo aplazado, lo que ya conozco y lo que desconozco. Me refugio en Ti de todo mal, lo inmediato y lo aplazado, lo que ya conozco y lo que desconozco.[417]
  • Dios, nada obstaculiza lo que Tú concedes, ni nada de lo que Tú obstaculizas es concedido. Ningún rico puede hacernos bien alguno, pues la riqueza Te pertenece.[418]
  • Dios, no he dicho nada, ni he hecho juramento, voto o acto que Tú no hayas previamente querido que haga. Todo lo que quieres que sea es, y todo lo que no quieres que sea, no es. No hay fuerza ni poder salvo por Ti, Tú eres ciertamente Todopoderoso sobre todas las cosas.[419]
  • Dios, cualquier súplica que haya hecho, que sea para quien Tú tengas misericordia, y cualquier maldición que haya invocado, que sea para quien Tú hayas maldecido. Ciertamente, Tú eres mi Protector en esta vida y en el Más Allá. Toma mi alma hacia Ti como musulmán y reúneme con los rectos.[420]
  • Dios, te pido satisfacción en la desgracia, vivir en paz tras la muerte, el placer de contemplar Tu Faz y el deseo de encontrarme contigo. Busco refugio en Ti de ser injusto con los demás y de que sean injustos conmigo, de mostrar animosidad y de padecer la animosidad, y de incurrir en falta o de cometer pecados imperdonables. Si me dejas a mí mismo, me dejas en estado de debilidad, necesidad, pecaminosidad y error. Dependo sólo de Tu Misericordia. Perdona, pues, todos mis pecados, ya que sólo Tú puedes hacerlo. Acepta mi arrepentimiento, pues, Tú eres el Perdonador y el Compasivo.[421]
  • Dios, Tú eres Quien más merece ser mencionado, y nadie excepto Tú merece ser venerado. Eres Quien más ayuda de todos aquellos a los que se puede pedir ayuda; más afectuoso que cualquier soberano; más generoso que todos a los que se les puede pedir algo; y más generoso que todo aquel que da. Eres el Soberano sin copartícipes y el Único sin par. Todo perece a excepción de Ti.

    No eres obedecido sino con Tu permiso, y nunca desobedecido sin que esté en Tu conocimiento. Cuando Te obedecen, les recompensas; cuando Te desobedecen les perdonas. Presencias todo, estando más cerca que cualquier testigo; proteges todo estando más cerca que cualquier protector. Ordenas los actos de toda la gente y determinas la fecha de sus muertes. Sabes lo que hay en cada mente y todos los secretos Te son manifiestos.

    Lo permitido es lo que Tú has permitido; lo prohibido es lo que Tú has prohibido. La Religión es la que Tú has establecido; los mandamientos son los que Tú has decretado. La creación es Tu creación, y los siervos son Tus siervos. Tú eres Dios, el Clemente y Compasivo. Te pido por la luz de Tu Faz, con la que son iluminados los Cielos y la Tierra, por todos los derechos que Te pertenecen, por todos los que Te imploran, que me perdones justo esta mañana y justo esta tarde, y que me protejas, por Tu Poder, del Fuego del Infierno.[422]
  • Dios, busco refugio en Ti de todo conocimiento que no aporte beneficio, de un corazón que no Te tema, de un alma insatisfecha, y de una súplica desatendida.[423]
  • Dios, Te pido perseverancia en mis asuntos, resolución y guía, gratitud por Tus generosidades y un aceptable servicio a Tu Persona, una lengua sincera y un corazón sano. Busco refugio en Ti del mal que conoces. Te pido el bien que conoces y Tu perdón de lo que ya sabes. Ciertamente Tú eres el Conocedor de Lo Oculto.[424]
  • Dios, Te pido que me permitas hacer el bien, dejar el vicio, amar a los pobres y que me perdones y me tengas misericordia. Cuando quieras que la gente se desvíe y que haya disensión y desorden en la vida pública, hazme morir antes de tomar partido en dicho desorden. Te pido Tu amor y el amor de los que amas, y el amor de los actos que me acerquen a Tu amor.[425]
  • Dios, Te pido lo bueno en el principio y en el final, en su forma más completa con su comienzo y resultado, en sus modos manifiestos y ocultos, y el más alto rango en el Paraíso.[426]
  • Dios, ayúdame a recordarte y mencionarte, agradecerte y venerarte del modo más correcto.[427]
  • Dios, Te ruego la guía, el temor de Ti, la castidad y la independencia de los demás.[428]
  • Dios, lleva todos nuestros asuntos a buen fin, protégenos de la desgracia y la ignominia en esta vida y del tormento en el Más Allá.[429]
  • Dios, Te pedimos todo lo bueno que el profeta Muhammad Te haya pedido, y buscamos refugio en Ti de todo lo malo de lo que el profeta Muhammad buscó refugio en Ti.[430]

La oración era parte fundamental de la vida del Profeta. Todas las súplicas mencionadas, además de otras, se convirtieron en llaves en las manos de santos como Abu Hasan al-Shazili, Ahmad al-Badawi, Ahmad al-Rifai y Abd al-Qadir al-Yilani, que las usaron para llamar a la puerta de la Misericordia Divina.

[415] Bujari, «Da‘awat», 6; Muslim, Zikr, 56.
[416] Bujari, «Azan», 89; Muslim, Masajid, 147.
[417] Ibn Hanbal, Musnad, 6:147.
[418] Bujari, «Azan», 155; Muslim, «Salat», 205; Abu Dawud, «Salat», 139.
[419] Ibn Hanbal, Musnad, 5:191.
[420] Nasa’i, «Sahw», 62; Ibn Hanbal, 5:191.
[421] Ibn Hanbal, 5:191.
[422] Hayzami, Majma‘ al-Zawa’id, 10:117.
[423] Muslim, Zikr 73; Abu Dawud, «Witr» 32.
[424] Tirmizi, «Da‘awat», 23; Nasa’i, «Sahw», 61.
[425] Tirmizi, Tafsir al-Quran, 39; Imam Malik, Muwatta, «Quran», 73.
[426] Hakim, «Mustadrak», 1:520.
[427] Ibíd., 1:499
[428] Ibn Maya, Dua, 2; Muslim, Zikr, 72; Tirmizi, «Da‘awat», 73.
[429] Ibn Hanbal, 4:181; Hakim, 3:591.
[430] Tirmizi, «Da‘awat», 89.

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