Su sabiduría

Los líderes se ganan el amor y la confianza de su gente y son seguidos por ellos en proporción a la habilidad que tengan para resolver sus problemas. Estos problemas pueden ser personales o públicos, relacionados con la vida privada de los individuos y con los asuntos sociales, económicos y políticos de la comunidad.

Algunos líderes recurren a la fuerza y el terror, o a sanciones y castigos (exilio, prisión, pérdida de derechos del ciudadano), a la tortura o al espionaje de los asuntos privados a fin de solucionar sus problemas. Sin embargo, dichas soluciones sólo tienen beneficios a corto plazo. Es más, crean un círculo vicioso en el cual cuanto más lucha la gente para solucionar sus problemas mediante dichos métodos, más se enredan en los mismos.

El Mensajero resolvía todos los problemas de un modo tan hábil y fácil que nadie le desafiaba. A pesar de que su gente era pendenciera, ignorante, salvaje y rebelde por naturaleza, les transmitió un mensaje tan trascendental que Si hubiéramos enviado este Corán sobre una montaña, sin duda la veríais humillarse, desgarrándose por temor reverencial a Dios (59:21). Les transformó en una armoniosa comunidad de paz, felicidad, conocimiento y buena conducta. Reflexiona detalladamente sobre las utopías imaginadas en Occidente, tal y como La República (Platón), Utopía (Thomas Moore) y Civitas Solis (T. Campanella), y verás que, en esencia, soñaban con la Medina de los tiempos del profeta Muhammad. La humanidad nunca ha presenciado algo que pudiese igualarse a dicha sociedad.

En el capítulo cuarto, describimos cómo él evitó una inminente guerra de clanes entre los quraishíes mientras se restauraba la Kaba,[391] y cómo evitó un posible desastre tras la Batalla de Hunayn[392]. Además, resolvió hábilmente un conflicto inminente entre los Ayudantes y los Emigrantes mientras regresaba de luchar contra la tribu Banu Mustaliq. Cuando casi se desencadena un conflicto interno al detenerse el ejército cerca de un pozo, el Mensajero dio la orden inmediata de marchar.

[391] Cada clan reclamaba el honor de reinsertar la sagrada Piedra Negra en su lugar. Habiéndole solicitado la tribu que resolviese ese problema, el futuro Profeta del Islam extendió su manto en una pieza de tela sobre la tierra y, poniendo la Piedra Negra sobre el mismo, invitó a los jefes de los cuatro clanes principales encargados de restaurar la Kaba a que cada uno tomase un extremo de dicha tela. Cuando elevaron la Piedra Negra al punto donde debía ser insertada, la tomó y la introdujo firmemente en su ubicación.
[392] Bujari, «Manaqib al-Ansar», 3; Ibn Kazir, 3:279.

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