Prólogo

Życie, ludzki charakter i cnota

En este libro se introducen y describen los diferentes niveles del Camino Sufí. Los lectores que no estén familiarizados con el Islam o con el Sufismo deben tener en cuenta lo siguiente:

En primer lugar, los hombres y las mujeres comienzan a transitar el camino sufí cuando sienten que en el Islam hay algo más de lo que aparece en la superficie, o bien por el deseo de acercarse más a Dios. Tratan de realizar este deseo siguiendo una forma más estricta de purificación personal cuyo objetivo es penetrar en la dimensión «interior» y en el significado de los ritos islámicos para así alcanzar una comprensión más profunda del sentido y de los propósitos de los actos divinos; la meta es conseguir el conocimiento y el amor a Dios. Cuando se llega a este punto, Dios empieza a atraer a estas personas hacia Sí Mismo siguiendo el ritmo más apropiado para cada individuo en particular. Con la ayuda de un guía espiritual, que no coaccione sino que, más bien, sugiera y clarifique las preguntas del aspirante, el principiante sufí inicia su viaje de regreso hacia Dios valiéndose de las instrucciones y las técnicas requeridas para avanzar en el camino. Conforme la voluntad del buscador se va sintonizando progresivamente con la Voluntad de Dios, llega un momento en el que es el propio sufí quien decide libremente avanzar cada vez más. No existen fuerzas ni presiones externas.

El sufismo no consiste en obedecer órdenes, en someterse a un líder espiritual, participar en sesiones de una autocrítica constante, o en emplear diversos métodos para «reformar» o «limpiar» el carácter o el intelecto de la persona en cuestión. No es un «culto» en el sentido peyorativo que este término ha adquirido en el Occidente de nuestros días. A pesar de que estos elementos están presentes en el sufismo, nadie está obligado o predestinado a participar en estas actividades. No se puede obligar a nadie a seguir el camino sufí mediante amenazas o promesas.

Lo más importante consiste en que el sufismo es un proceso de desarrollo espiritual que dura toda la vida. A lo largo de este libro, el lector podrá darse cuenta de que cada estadio o estación es un regalo que procede de Dios. Y, sin embargo, esto no significa que el candidato pueda sentarse a esperar la llegada de ese regalo. Más bien, al contrario, el individuo tiene que prepararse de forma activa para recibir el don mediante el método diseñado por su guía espiritual. Cuando la persona lo haya logrado, se le concederá ese don tan ansiado.

En segundo lugar, el autor insiste en conceptos tales como la pobreza espiritual, la impotencia, la debilidad y el anhelo. En el sufismo, estos conceptos tienen significados específicos que proceden de creer que Dios es la fuente y el origen de todo. Por ejemplo, nadie puede detentar un poder verdadero porque todo el poder pertenece a Dios. La consecuencia es que, en realidad, la persona es impotente, carece de poder alguno. Somos impotentes porque Dios es el único que puede prestar ayuda. La comprensión y la aceptación de la impotencia y el desvalimiento propios ante Dios, fuente y origen de todo, es el verdadero manantial del poder y de la riqueza de una persona. Un individuo es poderoso por el Poder de Dios y es rico por la Riqueza de Dios.

Visto desde esta perspectiva, es posible comprender que el sufismo es un camino que exige la participación activa del individuo en aquello que afecta a su crecimiento y desarrollo espiritual. No es admisible adoptar una postura pasiva, esperando que Dios otorgue una bendición o estación determinadas. Uno hace todo lo necesario para desarrollarse espiritualmente y Dios concede las bendiciones y las estaciones cuando la persona está preparada para recibirlas.

En tercer lugar, en los textos islámicos se hace acompañar el nombre del profeta Muhammad por una frase en la que se piden para él las bendiciones y la paz de Dios. En este libro en concreto hemos elegido la frase «la paz y las bendiciones sean con él». El lector podrá darse cuenta de que no siempre se menciona al Profeta por su nombre, ya que el autor le atribuye toda una serie de títulos: «la gloria del género humano», «el señor de los arrepentidos», «el mejor de la creación», «el más veraz y confirmado». La frase que acompaña a todos estos títulos, «la paz y las bendiciones sean con él», indica que el autor se está refiriendo al profeta Muhammad.

Por último, hemos añadido una serie de notas aclaratorias y nos hemos esforzado para que esta traducción no sea discriminatoria, dado que todos los aspectos del Islam se aplican tanto a hombres como a mujeres. En todo caso debe entenderse que, cuando la referencia es de tipo general, se incluye también a la mujer. El Islam no es una religión sólo para hombres, tal y como a veces presuponen los no musulmanes. Ambos sexos son responsables por igual de sus acciones ante Dios.

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