Hablar acerca de la Resurrección

Nuestro siguiente paso debe ser hablar acerca de la resurrección. Los niños deben creer en sus corazones que tan pronto como esta vida termine, una nueva vida, un Más Allá eterno, dará comienzo. La ciencia, la sabiduría y la realidad señalan que Dios creó este universo y lo mantiene. Él es el que fija el «tiempo». El Corán alude a este hecho en el siguiente versículo: «Di: “¡Marchad por la Tierra y contemplad cómo Él ha creado (admirablemente al hombre) en un principio: y así, también, creará Dios vuestra segunda vida pues, ciertamente, Dios tiene el poder para disponer cualquier cosa!”» (29:20)

Así pues, debemos investigar las leyes del universo, examinándolo todo paso a paso. Debemos estudiar y reflexionar acerca del modo en la que la vida se inició sobre en la Tierra; sobre cómo este universo llegó a existir desde la nada; sobre cómo aparecieron los seres humanos; acerca de cómo diversas formas de vida fueron creadas en forma de diferentes especies y de cómo la creación de los seres humanos completó la perfección de la creación.

Dios, Quien creó el universo de la nada, nos resucitará sin lugar a dudas. ¿Acaso Aquél que ha establecido este orden no es capaz de establecer otro? ¿Quien creó esta tierra de una forma tan espléndida no será capaz de crear otra? ¿No puede Aquél que nos trajo a este mundo llevarnos a la morada eterna? Tales explicaciones se encuentran en un nivel adecuado para que nuestros hijos las comprendan.

Podemos ver con nuestros propios ojos que los Cielos y la Tierra han sido creados en una forma perfecta. Al igual que un pez nada en el mar o un pájaro vuela en el cielo, esos grandes sistemas, esas nebulosas flotan tan suavemente y con una armonía tan cautivadora por el universo que ningún desorden o aleatoriedad puede ser hallado por aquel que los observa con ojos de sabiduría. Esta armonía resulta evidente incluso para la mente más sencilla. El Glorioso Corán pone de relieve esta realidad y subraya el especial significado de la creación de los seres humanos, además de la creación de los Cielos y la Tierra.

«Dios es quien ha creado los Cielos y la Tierra y lo que hay entre ambos en seis períodos, y está asentado sobre el trono de Su omnipotencia. No tenéis a nadie que os proteja de Dios, ni nadie que interceda por vosotros (en el Día del Juicio): ¿no vais, pues, a recapacitar? ». (32:4)

«El Todopoderoso, el Dispensador de Gracia, que hace perfecto todo lo que crea. Y así, inicia la creación del hombre de la arcilla». (32:7)

El Glorioso Corán señala que Dios creó y ordenó estos magníficos sistemas. Él creará un universo diferente después de que los mismos hayan sido destruidos. Éstos son hechos innegables. Existen numerosas afirmaciones claras y únicas acerca de este tema en el Corán.

En el siguiente versículo, el Glorioso Corán se dirige a aquellos que niegan la resurrección: «Di: “Aquel que los creó por vez primera les dará vida (de nuevo), ya que Él conoce bien cada (aspecto de la) creación”». (36:79).

Otro versículo señala: «Contempla, pues, (Oh hombre) estas huellas de la gracia de Dios, ¡cómo da vida a la tierra cuando estaba muerta! ¡Ciertamente, Él es en verdad quien resucita a los muertos: pues Él tiene el poder para disponer cualquier cosa!» (30:50).

El estilo articulado del Glorioso Corán, libre de redundancias, explica muy claramente lo que hay que decir a la gente de todas las épocas. Los arcángeles y el destino se encuentran entre los temas que necesitan ser tratados con suma sensibilidad y atención. Debemos dejar claro de diferentes formas a la joven generación que todo tiene un programa, un proyecto y un plan, y así debe ser también el universo. Este programa, llamado «destino», se encuentra dentro del conocimiento divino e incluye todo lo que todavía no ha llegado a existir.

En conclusión, sólo después de haberles enseñado todas estas cosas habremos mostrado a nuestros hijos el Sirat-i Mustaqim —«El Sendero Recto»—; en este caso, habremos dicho «Guíanos al Sendero Recto» (1:6), tanto con nuestras palabras como con nuestras acciones. Insha Allah (Si Dios quiere) recogeremos el fruto de nuestras oraciones y de nuestros esfuerzos prácticos por la Gracia de Dios Todopoderoso. Al enseñarles a nuestros hijos todo, desde los puntos esenciales de la fe hasta los pilares del Islam, debemos dirigirles hacia el Todopoderoso y, de este modo, les salvaremos de una muerte mental y espiritual.

Si los niños crecen en una atmósfera pura, Insha Allah, su espiritualidad no se verá dañada por ningún mal al que tengan que hacer frente y siempre serán siervos obedientes de Dios.

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