Las expediciones militares

Con la llegada del Profeta a Medina, la lucha entre el Islam y la incredulidad entró en una nueva fase. En La Meca el Profeta se dedicó casi en exclusiva a exponer los principios básicos del Islam y a la educación moral y espiritual de sus Compañeros. Sin embargo, después de la Hégira (622), nuevos musulmanes que pertenecían a diferentes tribus y regiones empezaron a reunirse en Medina. Aunque los musulmanes sólo poseían un minúsculo pedazo de tierra, los quraishíes se aliaron con el mayor número de tribus posibles para exterminarlos.

En estas circunstancias, el éxito de la pequeña comunidad musulmana sin mencionar su supervivencia futura dependía de varios factores. Eran los siguientes según su orden de importancia:

  • Difundir el Islam de manera eficiente y efectiva para convertir a los demás.
  • Demostrar la falsedad de los incrédulos de un modo tan convincente que nadie pueda dudar de la verdad del Islam.
  • Enfrentarse con paciencia y fortaleza al exilio, la hostilidad y la oposición penetrante, las dificultades económicas, el hambre, la inseguridad y los peligros.
  • Recuperar sus riquezas y bienes usurpados por los habitantes de La Meca después de la Hégira.
  • Resistir, con coraje y armas, cualquier ataque lanzado para frustrar su movimiento. Y al resistir, ignorar a la superioridad numérica o material del enemigo.

Además de las amenazas de La Meca y sus tribus aliadas, la joven comunidad tenía que enfrentarse a tres tribus judías de Medina que controlaban su vida económica. Aunque ellos esperaban a un Profeta, se opusieron al Mensajero porque él no era judío. Una de las primeras cosas que hizo el Mensajero en Medina fue firmar un pacto con los judíos.[305] A pesar de ello, los judíos siguieron guardándole rencor al Mensajero y conspiraron contra él y el Islam. Por ejemplo, el famoso poeta judío Kab ibn Ashraf escribió poemas satirizando al Mensajero e instigando a sus enemigos.

En Medina, empezó a surgir otro problema: la hipocresía. Los hipócritas se pueden dividir en cuatro amplios grupos como los siguientes:

  • Aquellos que no creen en el Islam pero entran en la comunidad musulmana para causar problemas entre ellos.
  • Aquellos que comprendieron la realidad política y de este modo buscaron ganar ventaja mediante la conversión. Sin embargo, mantuvieron el contacto con las fuerzas anti-islámicas con la esperanza de beneficiarse de los contactos con ambas partes y así no ser dañados.
  • Aquellos que todavía no habían cambiado su mentalidad pero parecían haberse convertido porque los que estaban a su alrededor lo hacían.
  • Aquellos que aceptaron el Islam como la verdadera religión pero encontraron difícil abandonar su modo de vida heredado, sus supersticiones y costumbres, además de practicar la autodisciplina exigida por el Islam.
  • En estas circunstancias severas, el Mensajero decidió enviar expediciones militares al corazón del desierto. Tenía varios objetivos en mente, algunos de ellos eran los siguientes:
  • Los incrédulos intentaron extinguir la luz de Dios con (el soplido) de sus bocas (como si esto acarreara más que apagar una vela con el soplido), pero Dios seguramente perfeccionará Su luz, no importa cuán odioso (les puede resultar) a los incrédulos (61:8). El Mensajero quería demostrar que los incrédulos no podrían exterminar el Islam, y demostrar que el Islam no podría ser ignorado.
  • La Meca disfrutaba de una posición central en Arabia. en su condición como el más formidable poder de la península, el resto de las tribus sentían algún tipo de adhesión hacia ella. Enviando expediciones militares a las zonas vecinas, el Mensajero quiso demostrar el Poder del Islam y romper el dominio de los quraishíes. A lo largo de la historia, el concepto de «el poder da la razón» siempre ha sido una norma, porque «la razón da el poder» está considerado un concepto muy débil para gobernar. En Arabia, la tribu Quraish tenía poder y riqueza y por eso las tribus vecinas le obedecían. El Islam vino para hacer prevalecer la justicia y por eso el Mensajero tuvo que romper la unión con La Meca.
  • Su misión no estaba limitada a un período fijo o a una nación, porque él fue enviado como una misericordia para todos. Así que estaba encargado de transmitir el Islam lo máximo posible. Para conseguirlo tenía que saber qué estaba pasando en la península. Estas expediciones les sirvieron de vanguardias que le suministraban la información necesaria para preparar el terreno para predicar el Islam.
  • Una de las formas más efectivas de aplastar a vuestros enemigos es llevarles a realizar acciones impremeditadas y prematuras, porque esto os permite mantener la iniciativa. El Mensajero seguramente estaba informado de los contactos de los quraishíes con Abdullah ibn Ubayy ibn Salul, el líder de los hipócritas de Medina. Y también estaba atento a sus posibles ataques sobre Medina. Después de la entrada de una fuerza militar de los quraishíes en Medina y su vuelta a La Meca con su botín, el Mensajero envió expediciones militares para alentar a los quraishíes a actuar sin pensar. Entonces podría frustrar sus conjuras.
  • La tribu Quraish vivía del comercio con los mercados internacionales en Siria y Yemen, y por eso tenía que proteger sus rutas comerciales. Pero como ahora los musulmanes estaban en Medina, estas rutas podrían estar amenazadas. Mientras fortalecía su posición, el Profeta también mandaba expediciones militares para paralizar las esperanzas de los quraishíes y los planes de derrotarlo.
  • Los preceptos del Islam tratan garantizar la seguridad de la vida y la propiedad, la castidad y la creencia, además de la salud mental, espiritual y física. De acuerdo a estos preceptos están prohibidos el asesinato y el robo, el asalto y el saqueo, la usurpación y los intereses (o la usura), juegos de azar, alcohol, relaciones sexuales ilícitas, anarquía y propagación de ateísmo.

La palabra árabe iman que se usa para «creencia» significa ofrecer seguridad. Así, un mumin (creyente) nunca engaña, no miente, no quebranta su promesa ni defrauda la confianza. Los creyentes no se ganan la vida mediante el robo, la usurpación o las transacciones basadas en el interés. Además, intentan no hacerle daño a nadie, porque ellos creen que matar a una persona es como matar a toda la humanidad.

Cuando el Mensajero fue elevado como un Profeta, en Arabia no había seguridad ciudadana, ni de la propiedad, ni de la castidad, ni siquiera de la salud y de la creencia. Uno de sus deberes era establecer una seguridad absoluta en todos los aspectos de la vida. Una vez le dijo a Adiy ibn Jatam: «Llegará un día en el que una mujer viajará montada en una litera, desde Hira hasta La Meca y no temerá nada más excepto que a Dios y a los lobos».[306] Enviando expediciones militares, el Mensajero pretendía establecer seguridad allí donde se la necesitaba y demostrar a todo el mundo que sólo el Islam podría ofrecerles seguridad.

Las expediciones

La primera expedición, dirigida por Hamza, después de la Hégira fue enviada hacia Sif al-Bahr. Llegó justo cuando una caravana comercial de los quraishíes estaba regresando de Damasco. La tribu Quraish había usurpado todos los bienes de los Emigrantes e hicieron comercio con ellos en Damasco. El Mensajero hizo uso de esta situación para demostrar el poder musulmán y amenazar directamente al bienestar de la economía de los quraishíes. No hubo ningún conflicto en este primer enfrentamiento pero las tribus del desierto que presenciaron este incidente se predispusieron a reconocer otra fuente de poder en la península.

A esta expedición la siguió otra dirigida por ‘Ubayda ibn Hariz. Con el mismo motivo en mente, Ubayda fue hasta Rabigh, un valle situado en el camino hacia La Meca. Los sesenta soldados de caballería musulmanes se encontraron con una fuerza de los quraishíes de doscientos hombres armados. Hubo un intercambio de flechas y al final las fuerzas de La Meca se retiraron hacia su ciudad.[307]

Las expediciones militares, algunas dirigidas por el mismo Profeta, eran continuas unas a otras. En las dos expediciones dirigidas por él, el Mensajero fue a Abwa y Buwat con la intención de amenazar las caravanas comerciales de los quraishíes e intimidarlos.[308] En Abwa, estableció un tratado con la tribu Banu Damra: ninguno de los dos bandos podrían atacarse el uno al otro, y Banu Damra no podría ayudar a los enemigos de los musulmanes.

Poco antes de la Batalla de Badr (624), el Mensajero envió una expedición formada por diez personas, dirigida por Abdullah ibn Yash, a Najla, ubicada cerca de La Meca en el camino hacia Taif. El Mensajero les dijo que siguieran los movimientos de los quraishíes y reunieran información sobre sus planes. Mientras ellos estaban en Najla, una caravana de comercio de los quraishíes que venía de Taif se detuvo allí. Sucedió algo de forma inesperada y los musulmanes mataron a un hombre de La Meca y capturaron al resto (salvo uno) y sus pertenencias. Estos fueron llevados a Medina.

Esto ocurrió hacia el final del mes de Rayab y el principio del de Shaban. Por eso, no se sabía con certeza si se había violado la santidad del Rayab, uno de los cuatro meses sagrados. Los quraishíes, los judíos con los cuales se aliaron en secreto y los hipócritas, aprovecharon muy bien esta posible transgresión en su campaña de propaganda negativa contra los musulmanes. Dijeron que los musulmanes derramaron sangre en un mes sagrado cuando hacerlo estaba prohibido.

Como el suceso había tenido lugar sin su permiso, el Mensajero les explicó a los participantes de éste que él no les había ordenado luchar. Los otros musulmanes también los reprocharon. Sin embargo, una Revelación les consoló teniendo en cuenta su pura intención con la esperanza de ganar la misericordia de Dios:

Te preguntan si se puede combatir durante el Mes Sagrado. Di: «Combatir en él es un pecado grave; pero es aun más grave para Dios apartar a la gente de Su camino, que no se crea en Él, impedir la entrada a la Mezquita Sagrada y expulsar a los que se encuentran en ella». El desorden (arraigado en la rebelión contra Dios y en no reconocer ley alguna) es mucho más grave y más pecaminoso que matar. Si pueden, no cesarán en su lucha contra vosotros hasta que reneguéis de vuestra Religión. Quien de vosotros reniegue de su Religión y muera siendo un incrédulo, esos son los que habrán echado a perder sus actos en esta vida y en el Más Allá, y esos son los compañeros del Fuego en el que morarán. En verdad, los que creen, emigran y luchan en la causa de Dios, son los que pueden esperar la misericordia de Dios. Dios es Indulgente y Compasivo[309] (2:217-18).

Estos versículos contestaron las objeciones de los enemigos de los musulmanes. En resumen, combatir durante los meses sagrados es un acto perverso. Sin embargo, aquellos que habían sometido a los musulmanes a una continua e indescriptible opresión y persecución durante trece años sólo por el mero hecho de que ellos creían en un Único Dios no tenían derecho o justificación alguna para reprochar de esta manera a los musulmanes. No sólo alejaron a los musulmanes de sus casas sino también ubicaron la Mezquita Sagrada más allá de su alcance, un castigo nunca visto en los dos mil años de la historia conocida de la Kaba. Con tales antecedentes, ¿quiénes fueron aquellos que levantaron fuertes protestas por un pequeño incidente, concretamente uno que tuvo lugar sin la autorización del Profeta?

[305] Los historiadores modernos como Muhammad Hamidullah tienden a considerarlo como la primera constitución en la historia del Islam.
[306] Bujari, «Manaqib», 25.
[307] Ibn Hisham, «Sira», 2:241; Ibn Sad, «Tabaqat», 2:7.
[308] Ibn Hisham, 2:241,248.
[309] Ibn Kazir, 3:248-252.

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